lunes, 25 de marzo de 2019

A los que andan por la vida arruinando la de los otros, todo regresa. Personas Tóxicas.

Dicen que para vivir la mejor vida posible, te tienes que rodear de las mejores personas posibles. ¿Por qué? Porque las personas a nuestro alrededor determinan en gran medida nuestro entorno.

Comúnmente nos vemos rodeados de gente que podemos querer mucho pero que de una manera o de otra nos contaminan. Estas personas no suelen darse cuenta o no lo hacen en la mayoría de los casos de una forma intencional, están tan metidos en sus embrollos y negatividad que no logran dimensionar el mal que pueden causar.

Es triste pero la solución probablemente será alejarnos de estas personas. Si son muy queridos, podemos intentar hacerles saber lo que están transmitiendo, pero si no vemos una respuesta y cambios positivos, no queda otra que tomar una sana distancia. Con el tiempo, lo agradeceremos.



Recordemos que todos podemos tener algo de tóxicos en ciertos momentos de nuestra vida pero lo importante es saber reconocerlo y salir de eso para no dañar a nadie, empezando por nosotros mismos.
¿Quiénes son las personas tóxicas?

Para empezar, son aquéllas que son vampiros energéticos, esos que te roban la energía y cada vez que los ves, sales agotado y queriendo correr a tu casa a tirarte en un sofá. Algunas de éstas personas saben que son vampiros, muchos no lo saben, pero en ambos casos son igual de dañinos.

Otro tipo de personas tóxicas son los negativos, quejumbrosos y pesimistas que a todo le encuentran el lado malo de vida. Estas personas no se dan cuenta que entre más negativos son, más negatividad atren a su vida y muchas veces pueden transmitir sentimientos negativos a los demás como el típico: “seguro te vas a enfermar”; “no creo que te den el trabajo”; “esa operación es súper peligrosa y mucha gente se muere”; “tener hijos (en el parto) es el peor sufrimiento (a una mujer embarazada)”… Y así, miles de ejemplos.

Los que hablan mal de ti a tus espaldas. Una vez que los detectas no hay un sentido para conservarlos en tu vida; quien te clava una vez un puñal en la espalda, seguramente lo volverá a hacer. Dicen que si te la hacen una vez es culpa de la otra persona, pero si te la hacen dos veces, es culpa tuya.

La gente que no evoluciona. Si eres alguien que te interesa crecer como persona en la vida, no te conviene estar cerca de gente que le tiene miedo a los cambios y que se queda estancada. Es importante siempre conocer nuevas personas, crear nuevos proyectos, tener metas y planes a futuro. Quien vive la vida inerte, hará que mueras con él/ella. Estas suelen ser personas que ves a través de los años y siguen pensando y actuando igual y cometiendo los mismos errores.

Los que no aportan nada. Estos son parecidos a los que no evolucionan; es gente que permanece estancada, que no crece en ningún aspecto, que no prospera, no se culitva y no suele ser gente de éxito; son gente sin oficio ni beneficio. Es importante rodearte de gente que siempre te aporte, sea interesante, gente de valores y de calidad, que te enriquezca con sus experiencias, sabiduría y consejos y que esté receptiva a que tú y otros le puedan aportar.

Los que te usan para descargarse. Siempre tiene que haber reciprocidad en una relación de cualquier tipo; hay quienes sólo te buscan para descargar sus problemas pero no son un oído cuando tú los necesitas o ni siquiera te preguntan si tú estás bien. Este tipo de personas suelen ser egoístas y sólo pensar en ellos, probablemente son los mismos que cuando los necesites para algo no van a estar.

Los depresivos. Aunque bien una depresión es una enfermedad y no un estado de ánimo, depende del paciente tomar las medidas para lograr salir de ella. Si las depresiones se vuelven constantes y llegan a ser una forma de vida, sin duda, acabarán con la paciencia con la gente alrededor que se preocupa.




Los que pretenden vivir a costa de los demás. Psicológica y socialmente está comprobado que todos los seres humanos necesitamos de los demás para relacionarnos; sin embargo, hay personas que buscan siempre sacar un provecho de los demás con alevosía y ventaja. Se aprovechan de las buenas intenciones de las personas para obtener beneficios, normalmente sin una buena intención. Al final, todo mundo acaba detectándolos y se les cae el teatro.

Finalmente, lo más importante es rodearnos de gente de calidad; es mucho mejor tener sólo a unos cuantos que cuentes con los dedos de las manos que a un séquito de personas que te drenen y den siempre para bajo. Entre más positiva y más exitosa sea la gente en nuestra vida, mejor va a ser nuestro entorno. Tomemos fuerza para ir dejando atrás a quien no camina a la par de nosotros y sólo representa una cadena en el pie.



Personas toxicas, ¿de verdad existen?


personas que tienen el talento de ver lo malo y lo negativo en todo. Que se quejan continuamente de su vida, nada les hace ilusión y están enfadados prácticamente con todo el mundo.

Ahora bien, lo que en realidad les ha hecho ganarse la etiqueta de “toxicas”, es el hecho de que cuando estamos con ellas nuestro estado de ánimo se ve afectado por su negatividad, enfado o falta de entusiasmo. Y para cuando acabamos de estar con ellas nos sentimos “peor” que antes.


Y es precisamente por esto que no creo que existan personas toxicas, sino momentos en los que damos el poder de nuestro estado emocional a otra persona. Cosa que hacemos con demasiada frecuencia, y una de las razones por las que nuestro estado emocional varíe con tanta facilidad.


Es inevitable verse influenciado por el estado de ánimo de otra persona. Pero es necesario reconocer que mi estado emocional, en última instancia, es mi responsabilidad. Y lo que es aún más importante, está en mi poder.

Y es que sólo me puede afectar lo que otra persona piense, haga o diga en la medida en la que yo le doy permiso. ¿Cómo le damos permiso? Pues entrando al trapo, permitiendo que se apodere de la conversación, no poniendo nuestros límites, juzgándola y criticándola por no ser positiva. De estas maneras entro en pensamientos y comportamientos que afectan negativamente mi estado emocional.

Pero puedo hacer todo lo contrario. Puedo, ante la negatividad, responder con empatía, comprensión, amor o asertividad, confianza y tranquilidad. Puedo poner honestidad y decirle a la otra persona que me gustaría hablar de otra cosa.

Hagas lo que hagas, no le des el poder a otra persona sobre tu estado emocional. Asegúrate que a diario tienes rutinas o prácticas que te ayudan a despertar el estado emocional que deseas. Y antes de compartir con alguien, elige qué es lo que quieres compartir emocionalmente.

De esta manera tu atención estará enfocada en qué pones tú, en mantener tu estado emocional, conectada con tu poder y al mando. Y serás mucho menos susceptible a lo que la otra persona comparte contigo.
De esta manera desaparecerán las personas tóxicas de tu vida.

Ponte al mando de tu estado emocional y ¡no des tu poder a nadie!


RECUERDA QUE ERES LUZ, ASÍ QUE SAL AHÍ FUERA Y ¡¡BRILLA!!

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