
Una niña que sólo quería peinar a sus muñecas y jugar a las comiditas.
Una niña que llevaba la sonrisa de oreja a oreja, la que corría por los jardines y andaba en bicicleta.
Una niña muy aplicada en la escuela, buenas calificaciones, un poco tímida, pero con una mirada risueña.
Una niña que nunca se apartaba de mamá, que nunca soltaba su falda, pues sólo en ella confiaba.
Era sólo una niña...
Y mamá, te juro que yo no quería.
No lo provoqué, no sabía lo que era coquetear, mi sonrisa era inocente, mi mirada era tan transparente, llevaba tantos sueños en mis manos y en cuestión de minutos, me los arrebataron.
Era sólo una niña de 10 años...
Sí, había callado por ese miedo incrustado, "porque si mamá y papá se enteraban, me iba a ir muy mal y yo no quería hacerlos enojar".
Cada día esa culpa que no era mía me pesaba más, me ha robado el sueño y me deja sin aliento, he llorado tanto y mis lágrimas en la almohada se han secado; aunque debo decirte que por dentro todo ese dolor y esos malos recuerdos me están ahogando.
No quería lastimarte, mucho menos hacerte sentir culpable, para mí siempre has sido mi ejemplo y lo más valioso que tengo.
Aveces ponemos demasiada confianza en la amiga, en la vecina y sobretodo en la propia familia...
Y yo... yo sólo era una niña.
( El 62% de los abusos sexuales a niños y adolescentes ocurren en sus hogares.
Es importante que los padres hablen abiertamente con sus hijos sobre límites corporales... y que no se callen.)
Anonimo
No hay comentarios:
Publicar un comentario